The day you left me... (Hetalia - USA x UK [Yaoi])

...De nuevo esas palabras no cesaban de resonar en mi cabeza...

- Desde este momento... ¡Me independizo de tí!

Esa incesante voz no paraba de acribillarme la cabeza con el ruido de la lluvia de fondo y el sonido del impacto de mis lágrimas contra la tela del pantalón.

Desde aquel día, no podía dormir bien, no existía una noche en la que no tuviera pesadillas. Era desesperante y aun no entendía por que me dolía tanto el vacío que dicha persona había dejado en mi interior, no debería de importarme pero aun así... No podía evitar comerme la cabeza a incesantes causas de aquella guerra. Apreté con fuerza los puños, no podía someterme a incontables años de martirio y soledad, tenía que poner una solución lo antes posible.

...

9: 00 de la mañana, para mi sorpresa por la ventana se filtraban algunos rayos de sol deseosos de hacerse paso tras las cortinas. Sol en Inglaterra, irónico, lo más normal aquí se trataba de constantes gotas de lluvia impactando contra el suelo. Me levanté de la cama, quedándome sentado sobre ella, solo se oí el segundero de los relojes y su incesante "tic tac" todo estaba tan solitario como de costumbre...

Me lavé la cara, desayuné, me aseé y me vestí dispuesto a soportar un día más en una reunión con un final ilógico y sin ningún cometido sentenciado.

Así pues tomé mi cartera y me dirigí al punto de encuentro, la reunión sería a las cinco de la tarde en Paris.

- "Perfecto" - me dije a mi mismo - "No podía ser en cualquier otro lugar que no fuera la casa de ese maldito bastardo del vino" - añadí en mis pensamientos suspirando.

Tomé el primer avión que saldría a Paris, seguramente me sobraría tiempo hasta la reunión y no sé que iba a hacer durante esas horas.

Una vez había llegado a la "Ciudad del amor" inspeccioné los carteles, era imposible entender nada entre tanta cecilla francesa... Salí del aeropuerto e intenté mirar en que lugar podría quedarme para hacer tiempo. Para mi sorpresa en Francia hacía un tiempo más frio y el sol no brillaba.

A lo lejos divisé una figura que me resultaba tremendamente familiar, con disimulo me fui acercando poco a poco, sin embargo fui descubierto y ésta se giró.

- Buenos días, Arthur-san. – dijo una dulce voz.

Pegué un pequeño respingo así como me colocaba la mano detrás de la cabeza. Después metí ambas manos en los bolsillos.

- Me alegra verte Kiku. – dije, él asintió.
- ¿Qué le trae por aquí?
- Eh… P-pues… - dije nerviosamente – Una simple reunión.
- Entiendo…
- Pero, aun me sobra bastante tiempo, ¿quieres que demos una vuelta?
- Me encantaría – dijo sonriendo.

Me coloqué a su lado y empezamos a andar y conversar tranquilamente hasta que nos sentamos en un banco en las cercanías.

- Arthur-san…
- ¿Sí? – dije mirándole.
- Me gusta mucho hablar con usted –añadió con una sonrisa.
- A-ah… - me sonrojé levemente – Es agradable…

Sin darme cuenta y tras pestañear varias veces Kiku empezó a aproximarse a mi cara. Suspiré algo nervioso y cerré los ojos acercándome yo también. Cuando nuestros labios estaban a pocos centímetros me di cuenta de lo que estaba haciendo y abrí los ojos de golpe, dejando de acercarme a su cara. Me separé de golpe y bajé la cabeza avergonzado.

- Lo siento – dije – Pero no sé que me ha pasado.
- No es nada… Imagino que usted no siente nada por mí…
- Lo siento, de verdad…

Me levanté de mi asiento y eché a correr a otro lado, ya casi era la hora de la reunión, mi pulso iba acelerado, quizás por la carrera o las emociones contenidas.

- “Qué narices fue eso…” – pensé. – “¡Y-yo no soy homosexual!”

Miré aun nervioso el reloj, traté de relajarme y me dirigí al recinto caminando a paso ligero. Al llegar al lugar indicado tomé asiento y saqué los documentos que llevaba encima.
Al poco rato fueron apareciendo por la puerta el resto de los integrantes, cuando entró en escena el americano le miré de reojo, sin embargo él no me dirigió la mirada y se le veía menos energético y mucho más tranquilo que de costumbre… Cosa que me extrañaba demasiado.
La reunión transcurrió demasiado tranquila y yo estaba mucho más atento a las reacciones del americano que a las propuestas en sí. Cuando me dirigió la mirada aparté la mía rápidamente, sintiendo como mi corazón se aceleraba torpemente, clave la vista en mis documentos.
Que demonios estaba pasando por mi cabeza, por que tenía esas sensaciones tan extrañas y me sentía tan confuso…
Tras interminables minutos la conferencia terminó, menos mal, a parte de que me había pareció una eternidad me sentía demasiado incómodo. Todos empezaron a irse y charlar fuera de la sala mientras yo recogía ciertos documentos de un escritorio que se encontraba en la sala. Sentí como alguien se me acercaba por la espalda y me giré lentamente. Dicha figura apoyó su brazo, impactando la mano de éste contra la pared.

- ¿Podemos hablar? – dijo con tono serio.
- ¿D-de qué se trata…? – se ajustó las gafas mirándome directamente a los ojos.
- Antes te vi con ese… - dijo esta última palabra con desprecio.
- ¿C-con ese…?
- Kiku… - me estremecí al oír su nombre.
- … ¿Le besaste no es así? – dijo aún más serio.
- ¿Q-qué…? ¿De qué me estás hablando…? – apretó el puño contra la pared.
- Yo vi como te acercabas a su cara.
- P-pero… No paso nada… Y además… ¿¡Qué te importa a ti con quien esté?!

No me contestó, me arrinconó más en ese estrecho escritorio, hasta el punto en que me vi obligado a sentarme sobre él, se acercó más y más arrinconándome completamente contra la pared.

- A-Alfred… ¿Qué quieres?
- La verdad…
- ¡E-esa es la verdad…! Y-yo… ¡Yo no siento nada por Kiku!
- …
- ¡Y-yo…!

No me dejó continuar la frase, sin esperármelo me agarró la cara por las mejillas y acto seguido y sin dejar ningún tipo de margen de tiempo presionó sus labios contra los míos. Durante unos instantes intenté resistirme al beso, pero debido a la presión que ejercía sobre mi cuerpo, resultaba prácticamente imposible. Intenté relajarme debido a aquel beso tan prolongado que parecía no tener fin. Acabé cerrando los ojos… La sensación era extraña pero a la vez demasiado agradable. Y sin darme cuenta y como mero impulso rodeé su cuello con los brazos, tratando de atraerlo más hacia mí, en ese efímero instante, me di cuenta de lo mucho que le necesitaba…

Se separó acariciándome dulcemente la cara mientras yo apoyaba las manos en sus hombros, desviando la mirada totalmente ruborizado.

- Así… Estás muy mono – dijo, acariciando las comisuras de mis labios.
- Alfred... – pronuncié abrazándome a él.
- Por si no ha quedado claro… Te quiero. – me sonrojé aun más, abrazándolo más fuerte, así como sentía como él me estrechaba agarrándome de la cintura. Escondí la cabeza en su hombro.
- Y-yo… Yo también… Ahora me he dado cuenta de que eres lo que más necesito… - añadí sonriendo levemente. Se le iluminó la cara.
- Hacían… Años que no te veía sonreír… Sin duda... – tomó mi cara una vez más con dulzura y volvió a besarme. – Estás mucho más guapo así…

Le miré sonriente y realmente alegre, mirando sus hermosos ojos azules, más profundos que el extenso mar, los cuales me hipnotizaban. Besé la punta de su nariz, él me cogió en brazos.

- ¿Q-qué haces..? – dije pataleando al aire. Él se rio.
- Tú confía en mí.

…

No tenía ni idea de cómo había acabado esto pero me encontraba acorralado contra el cabecero de una cama, aferrando con fuerza las sábanas de dicha cama. Alfred se aproximó a mí situándose encima de mí. Tomó mi cara por el mentón y me beso dulcemente, le seguí el beso bastante nervioso, sin dejar de apretar las sábanas de aquella cama, me estrechó con cariño entre sus brazos, mientras el beso cobraba más pasión aún, sintiéndome totalmente rodeado de sensaciones nuevas. Fue bajando las manos desde mi cara hasta mi torso, abriéndose camino entre la incómoda camisa, una vez se liberó del obstáculo noté como la vergüenza me invadía. Se separó de aquel beso sonriéndome dulcemente, se deshizo de su camisa mientras me acariciaba la cara. Pasé las manos por su pecho desnudo, avergonzado de mi forma física. Se quitó las gafas y volvió a presionar sus labios contra los míos, aquella sensación era demasiado dulce… Con sus labios recorrió el perfil de mi cara hasta llegar a mi cuello el cual beso cariñosamente, haciendo que me estremeciera. Con una de sus manos acarició todo mi pecho, acto seguido se acercó a mi oreja.

- Te quiero… - susurró pastelosamente.
- ¿C-cuánto? – pregunté.
- Más de lo que puedes llegarte a imaginar.

Callé, cerrando los ojos mientras él recorría mi pecho con sus labios, así como yo seguía agarrando con fuerza aquellas sábanas...

- Y quiero que te des cuenta de que te quiero de todas las maneras. – noté como me sonrojaba con esas palabras. – Te amo, Arthur.

De día… Varios rayos de sol se filtraban por la ventana, recorrí con la mirada la habitación en la que me encontraba, recordando lo de la pasada noche y ruborizándome notablemente.

- Ah~ Buenos días. –dijo el americano a duras penas mientras se lavaba los dientes, intenté esconderme entre las sábanas.
- B-buenos días… -musité.

Se me acercó una vez terminó con lo que estaba haciendo y me besó en la frente.

- A-Alfred, ¿p-puedo preguntarte algo…?
- Lo que sea –dijo con su radiante sonrisa.
- ¿Prometes no dejarme nunca más…?
- Jamás, eres lo que más necesito ahora…

Con esas palabras no pude evitar sonreír así como me abrazaba a él sin levantarme de la cama.

- T-te amo… - dije algo avergonzado.

Volvió a iluminársele la cara con su típica sonrisa mientras me cogía por la cara y me dedicaba el primer beso del día. Tras varios años de lucha por fin me di cuenta… El propósito de mi vida siempre estuvo ante mis ojos y era realmente lo que más necesitaba.